DONDE ANTES HABÍA UNA MURALLA AHORA HAY UNA VALLA DE DISCOS DUROS    


Gianluca Ritucci
2022
Cortas reflexiones sobre el uso del espacio digital y cómo este genera fronteras similares a las que existen en el mundo tangible. Se explora la idea de generar una obra que represente, a través de un mal uso de una página web, la okupación de un lugar físico en el mundo donde se sitúan los servidores en los que se comete la infracción.



Imágenes del centro de datos de Meta en Luleå, Suecia y el centro de datos de Google en Middenmeer, Holanda.


LA PISCINA ESTÁ CERRADA

Los eventos acontecidos durante julio de 2006 en el juego virtual Habbo Hotel y el posterior desarrollo de dicho espacio digital fueron el presagio de la situación en la que nos encontramos actualmente en Internet. Durante este mes, Habbo se convirtió de manera no intencionada en un oráculo desde el que ahora, podemos interpretar gran parte de las dinámicas que conforman la estructura de la red. Meta (anteriormente Facebook) intenta comercializar desesperadamente algo que se generó años antes en las redes de roleplay online, una especie de traducción de lo tangible a lo digital, generar espacio en la nada, el “metaverso”.

Dentro de este hotel virtual hay diferentes zonas comunes como un hall, un jardín, una sala de conciertos o una piscina. Los usuarios pueden elegir si hacen uso de estas zonas comunes o si al contrario, abren su propia habitación, que pueden customizar con diferentes muebles pixel art que se ofrecen a cambio de “créditos”, el sistema de pago del hotel que se adquiere mediante SMS o tarjeta de crédito. Dentro de estas habitaciones, los usuarios tienen control absoluto de quién entra y quién sale y como navegan estas salas.

Ese año, usuarios del board “/b/” de 4chan empezaron a compartir experiencias negativas sobre el equipo de moderación del videojuego, acusándoles de hacer perfiles raciales y banear o echar de los espacios a usuarios en función del color de piel de su avatar. El 6 de julio, varios usuarios del foro se pusieron de acuerdo para entrar en el juego y protestar, aprovechando el hecho de que en aquel entonces era imposible caminar a través de los personajes, empezaron a bloquear diferentes entradas a zonas comunes del hotel.

Vestidos de traje, con un tono de piel oscuro y pelo afro —algo evocativo al Blackface—, sin tener muy clara la linea entre manifestante y troll, decenas de usuarios se situaron en la piscina del hotel bloqueando el acceso al agua y a diferentes mini-juegos para el resto de “huéspedes”. El slogan de los manifestantes era “Pool’s closed due to AIDS” (La piscina está cerrada por SIDA).

Durante varios días, las diferentes intervenciones de estos grupos se hicieron notar por todo el hotel, siendo 12 de julio el día en el que llegó a su pico. Los usuarios empezaron a situarse en forma de swastika en el espacio y a colgar en “/b/” diferentes guías sobre cómo evadir baneos y burlar el sistema de moderación y las leyes “físicas” del videojuego. La naturaleza intencionalmente ofensiva de estas manifestaciones captó la atención de diferentes medios y foros de discusión de Internet, cuestionando los motivos detrás de estas muestras. Estas raids llegaron a tener peso hasta offline, cuando una serie de personas decidieron presentarse delante de las oficinas en Helsinki de Sulake, la compañía que opera Habbo Hotel, formando una swastika humana, simbolizando la supuesta ideología de los moderadores de una manera irónica.

En esta instancia, lo immaterial (digital, 2D, plástico) se transformó en lo material (irl, 3D, orgánico). Pasó de ocuparse un espacio ficticio a su traducción en la realidad.




EN CONTRA DEL ALQUILER DIGITAL

Por lo general, no somos conscientes de que nuestra existencia en Internet no es gratuita y pagamos un canon. Este canon existe en dos dimensiones, la primera es “dinero físico” que gastamos para tener acceso a la Red (mensualidades a una compañía de telefonía; el precio medio de una conexión a Internet, sin incluir móvil, es de 33€ aproximadamente) o diferentes dispositivos que nos ayudan a acceder a ella (teléfonos, ordenadores, tablets y demás: entre los precios más caros, la media de un teléfono es 448€). Esta primera fomenta la naturaleza exclusiva del mundo digital, apartando a personas pasados los 70, 80 años que no crecieron con tecnología fácilmente accesible y no pueden beneficiarse de su uso sin educación y soporte especializado.

Dicho “impuesto digital” también deja apartada a la gente en situaciones precarias como la carencia de hogar. Conforme avanza la tecnología, mas trámites se digitalizan por completo y por ende, dejan excluida a gente que no puede permitirse un teléfono o una línea. En muchos casos, por la violencia e inestabilidad que viven en la calle, por mucho que haya un dispositivo inicial, es posible que se pierda, o que su mantenimiento requiera una dirección. Todo esto dificulta que los servicios sociales o médicos mantengan contacto con estos individuos.

Otra mecánica inicialmente destinada a la seguridad que aparece en estos casos es la “autenticación de dos factores” o los sistemas de localización de login. Es imposible para una persona que se conecta una vez cada ciertos meses en diferentes sitios que su actividad no sea detectada como “sospechosa”, bloqueándola fuera de la cuenta e impidiendo el acceso a documentos que podrían ser valiosos para salir de su situación; volviendo al problema de la necesidad de un número único o dispositivo. Estos números de teléfono operan hasta cierto punto de la misma manera que un DNI hace 20 años—los utilizamos para identificarnos en aplicaciones, recibir notificaciones del gobierno, pasar los controles de seguridad de nuestro banco o compartir nuestros datos médicos en el caso de un accidente.

La segunda dimensión en la que pagamos este alquiler digital es algo más abstracta. Se suele decir cuando se conciencia sobre privacidad en Internet que si un servicio es gratuito, el producto eres tú. Esta práctica no es algo nuevo en nuestra sociedad, un ejemplo siendo las discotecas y bares dejando entrar a mujeres gratis o por un precio menor al de los hombres (ellas son el producto a ser consumido por los hombres, exclusivamente dentro del local). Nuestro cuerpo como tal no es la forma de pago, si no nuestros datos: nuestros hábitos, consultas en Internet, interacciones con amigos, intereses y demás pequeños detalles sobre nuestra persona que pueden ser comercializados mas tarde para ser analizados.

A primera vista, la idea de que nuestros dispositivos nos escuchan y analizan todo el tiempo suena a conspiración —y ese término en los últimos años está asociado especialmente a la extrema derecha— pero es innegable que hay una serie de redes de seguimiento codificadas en cada recoveco del software que usamos a diario, como el que estoy utilizando para escribir esta reflexión, por ejemplo.

Nuestra existencia en línea es un producto muy valioso en una sociedad capitalista. No solo por el potencial que tiene a la hora de aportar indicios sobre como diseñar a la perfección lo que se nos va a vender, sino por la cantidad de atención que invertimos en nuestras pantallas y en las relaciones para-sociales que se generan en estos diferentes espacios destinados al consumo, dotando a nuestros dispositivos y su conexión de un peso emocional del que no se puede escapar.


INFRACCIÓN

En lo digital, se ha utilizado desde hace unos cuantos años el termino cybersquatting (ciber-ocupación) para referirse al acaparamiento de dominios que utilizaban diferentes marcas con intención de extorsionarlas para cambiar el dominio por dinero. Como ejemplo, el dominio “universitatdebarcelona.com" está a la venta en GoDaddy.com por 3.189,29€, mientras que “universitatdebarcelona.es" está a la venta por 0,99€. Es cierto que hay un gran mercado y unos intereses muy concretos en lo que se refiere a la compra y venta de sitios web, pero es imposible negar que en la actualidad, gran parte de la interacción con marcas y demás servicios públicos se hace a través de redes sociales, ya que establecen una conversación.

Donde antes una página web necesitaba formularios de contacto rudimentarios que no funcionaban del todo bien, ahora tenemos herramientas que nos comunican de manera rápida y eficiente; y lo que es aún mas importante, de manera pública. No es lo mismo, por ejemplo, escribir un email al soporte de una aerolínea quejándote de que han perdido tus maletas que redactar un hilo etiquetándoles en Twitter, dejándoles en evidencia ante un grupo de gente amplio, situando un foco en su incompetencia y así intentando que prioricen el dar una solución a tu problema.

Es por esta razón que considero que hace falta una evolución del significado de ciber-ocupación: dejar de prestar atención a los nombres de usuario y marcas (los cambios recientes bajo la nueva dirección de Twitter son un ejemplo de esto) y poner el foco en el uso que se da a estas redes, y como la gente que intenta transgredir estas normas opera para funcionar, hasta un cierto punto de manera parasitaria, dentro de estas estructuras.

Elon Musk ha adquirido Twitter y cambiado su política de verificación, ofreciendo un “blue check” —lo que antes era un símbolo de confianza— a cualquier usuario que pague una mensualidad. Esto ha provocado que muchas personas pretendan ser compañías sin ni siquiera necesitar un usuario o un sitio web, y de manera mas notable, ha hecho que en Noviembre, la farmacéutica Eli Lilly perdiera millones por un anuncio falso en su nombre, que decía: “We are excited to announce insulin is free now.”. Este es un ejemplo perfecto de mi interpretación de cybersquatting, ya que sin acceso a un usuario predeterminado, ha roto los términos de uso de la página web y ha usado una de sus fuentes de ingresos en su contra.

En un mundo en el que el trámite de visado para cruzar una frontera real en algunos casos requiere que pongas tus usuarios de redes sociales para que sean escaneados, muchos usuarios buscan ser mas opacos y restringen su uso de Internet al estrictamente inevitable para funcionar en la sociedad, o buscan alternativas enfocadas en la privacidad para minimizar la interferencia de estas manos invisibles en su información. También, solemos encontrar mas atractiva a la gente que está “desconectada”: nos intriga la idea de una persona que no requiere herramientas como redes para tener una vida plena y satisfactoria socialmente, y se podría decir que tiene hasta cierto status, una especie de je ne sais quoi, el tener una relación con alguien que vive offline.


ENGAÑO
La pregunta o intención que me planteé al iniciar esta investigación era simple: buscar maneras de romper la noción de propiedad en lo digital. Ocupar los espacios en los mapas de las primeras dos imagenes (servidores de Facebook y Google). Como el usuario de Twitter que pretendió ser Eli Lilly, romper la autoridad utilizando su ilusión como propia herramienta de destrucción. Mediante una acción artística de esta temática, se juega con la idea de cruzar la frontera que se ha generado en Internet. La frontera que separa lo propio de lo alquilado, la riqueza de la precariedad, el vigilante del vigilado. Esta frontera se puede ver como una metáfora, o como el perímetro de estos espacios donde se encuentran los servidores, como los propios armarios de cientos de discos duros almacenando y enviando información en estos mega-complejos.

La gente joven es cada vez mas auto-consciente de los mecanismos que juegan en su contra en el entorno virtual, desde los modos de aislamiento (shadowbanning, suspensión, restricción de la cuenta) hasta los modos en los que redes como TikTok consiguen engagement de horas ininterrumpidas mostrando al usuario contenido para evocarle una reacción sentimental.

Las principales redes sociales actúan de una manera opaca y que por lo general, suele proteger los intereses de la derecha o los más privilegiados: es mucho más fácil conseguir una suspensión en ciertas redes compartiendo discurso feminista o queer que compartiendo mensajes misóginos o LGBTIfobos. Los sistemas de “burocracia” codificados en los procesos de aplicación de los términos de uso son muy poco user-friendly y carecen de estructura.

También, con la implantación en este ultimo año de motores de IA en estas diferentes aplicaciones, sin darnos cuenta estamos educando a una inteligencia con cientos de imágenes de nuestras caras con la única finalidad de vernos en una ilustración de la que nos aburriremos casi inmediatamente.

Es inútil e infantil pensar que todos estos datos no han sido recopilados ya: a parte de Internet y las redes sociales, es imposible negar que vivimos en un estado de vigilancia completo y que para alguien con el suficiente poder le es relativamente fácil acceder a estos datos. Pero lo que podemos controlar es la frecuencia con la que interactuamos con estas dinámicas: reclamar nuestra identidad, poder y espacio. Utilizar las herramientas que tenemos disponibles de una manera crítica y sensible. Ser conscientes de que el contenido que consumimos en Internet no es una representación de la realidad—y los miles de tweets que hemos leído hoy o las cien historias de nuestros amigos en Instagram son solo una gota en el océano que conforman las realidades que nos rodean.

Por todas las dimensiones mencionadas anteriormente no podemos decir ahora mismo que Internet sea la utopía democrática, el ágora de millones de voces que en su nacimiento se proyectó que podía ser. Internet ha sido una simulación de un mundo paralelo dónde hemos empujado todos los botones para seguir replicando el capitalismo y su naturaleza opresiva. Internet en su totalidad ha sido, de muchas maneras, como Habbo. 

Al pensar que hay perfiles personales nuestros conectados por hilos imaginarios entre lugares del mundo, es fácil agobiarse. Ahora mismo, por ejemplo, en el mapa de la segunda página, hay cientos de respuestas a preguntas que me hicieron varios test “divertidos” en Facebook entre 2011 y 2013, cuando tenía 14-15 años. Estos test “¿Qué personaje de Friends eres?”, “¿Cuál es tu espíritu animal?”, “¿Me quiere o no me quiere?” generaban, sin que nos diéramos cuenta, cientos de archivos con respuestas que luego fueron utilizados por diferentes compañías para analizarnos a nosotros y nuestros amigos.  

Mi propuesta —que no es una obra estática en si— es simple y concisa: comenzar a practicar, de manera lenta y esporádica, el engaño a Internet. La mejor manera que tenemos de romper esta dinámica de manera ilícita es mintiendo, y alimentando a estos discos duros que crean fronteras de información falsa. Esto no implica escribir falsedades en Twitter o intentar manipular discursos, si no mentir sobre quién somos y nuestros intereses a estas bases de datos, construyendo estas murallas con un material pobre para hacerlas caer. Ocupar el espacio y generar basura. Ahora es el momento perfecto para bloquear la piscina, y no nos hacen falta swastikas.

REFERENCIAS

Imágenes del centro de datos de Meta en Luleå, Suecia y el centro de datos de Google en Middenmeer, Holanda. Obtenidas en Google Earth (earth.google.com).

Imágenes de Habbo raids y swastikas de Pool’s Closed. (2006). Know Your Meme. https://knowyourmeme.com/memes/pools-closed

Kritz, F. (2019, 24 enero). Expired, Lost and Stolen: Cell Phones, Critical for Homeless People, Can be Tough to Get and Keep. California Health Report. https://www.calhealthreport.org/2019/01/11/expired-lost-stolen-cell-phones-critical-homeless-people-can-tough-get-keep/

Price, D. (2022, 7 enero). Multi-Factor Authentication Is Inaccessible - Debugger. Medium. https://debugger.medium.com/multi-factor-authentication-is-inaccessible-7fdcf9c30e7e

@drdevonprince. (2021, 12 febrero). I gotta say it. Multi-factor authentication is super inaccessible if you have disabilities that make it hard to switch between a bunch of applications and fill out forms, like Autism and ADHD, or if you’re poor with inconsistent cell phone service or wi-fi access! https://twitter.com/drdevonprice/status/1360299260865110027

Nolo. (2013, 3 abril). Cybersquatting: What It Is and What Can Be Done About It. www.nolo.com. https://www.nolo.com/legal-encyclopedia/cybersquatting-what-what-can-be-29778.html

Morris-Grant, B. (2022, 12 noviembre). Pharmaceutical giant Eli Lilly & Co apologises after fake Twitter account says insulin is free as Elon Musk rolls back verification. ABC News. https://www.abc.net.au/news/2022-11-12/eli-lilly-twitter-insulin-prices-apology/101646772

This Person Does Not Exist. (s. f.). https://thispersondoesnotexist.com/